LA MALDICIÓN DE CIMINO
por Miguel Marías


El cazador ganó un montón de Óscares, tuvo un éxito de público enorme y, en una época en la que se discutían estas cosas, suscitó en Europa grandes polémicas ideológicas. En 1980, Michael Cimino rodó un ambicioso y anómalo western histórico, La puerta del cielo, pero rebasó con creces el presupuesto y puso a su productora al borde de la quiebra: quienes le dieron carta blanca perdieron sus puestos y todo Hollywood, con su aparato de propaganda, decidió acabar con él, además de recortar la película. Que hoy Heaven’s Gate circule con su montaje original restaurado, más larga y más compleja todavía, y que muchos la tengamos, con la anterior, por una de las pocas obras maestras del cine americano de las últimas décadas no ha servido para que la carrera de Cimino haya vuelto a la normalidad. Hace lo que puede, cuando le dejan. Llega ahora, con medio año de retraso, su última obra, Sunchaser, y pese a ser la primera en seis años, nadie le ha hecho mucho caso.

Para mí es la tercera gran película de Cimino, y eso que - como La buena estrella de Ricardo Franco, con la que le veo extraños paralelismos - no es “a priori” ni prometedora ni apetecible; por eso, como no explota la historia ni desprecia a sus personajes, como no cuenta con actores famosos (aunque Woody Harrelson y Jon Seda estén espléndidos) y no se dedica a llamar la atención, nadie se molesta en verla. A mi entender, se pierden una de las películas del año, de cuyo guión debieran aprender varios de esos “jóvenes genios” del cine español, inflados sólo de aire, que tratan de imponernos a base de publicidad a la americana. Pocas veces he visto una película con menos elementos de partida, en los que el director se va centrando más y más a medida que avanza la acción, despojándose de todo lo demás, para contarnos o sugerirnos, como quien no quiere la cosa, un montón de cosas e irnos desvelando la verdadera forma de ser de los personajes, que no son lo que a primera vista nos parecen ni se consideran mutuamente, hasta quedarse tan solo con el tiempo, el paisaje y la emoción. Cimino sigue pareciéndome el único heredero de Ford que tiene el actual cine americano. Tal vez por eso no le quieren.

(23 de junio de 1997)


 

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